LO QUE ANTES ESTABA BIEN, NO PUEDE ESTAR MAL AHORA
No se puede concebir la Iglesia Católica sino como continuidad, como
tradición, como heredera de su pasado. No se puede comprender una
Iglesia Católica que rompa con su pasado, con su tradición y es precisamente
por la imposibilidad de concebir una cosa semejante, que me encuentro en una
situación un poco extraña: la de un obispo suspendido por haber fundado un
seminario en Suiza, seminario erigido legalmente, canónicamente, seminario que
recoge muchas vocaciones. A ocho años de
su fundación tenemos numerosas casas en los Estados Unidos, una en el Canadá,
en Inglaterra, en Francia, en suiza, en Alemania y también en Italia, aquí en
Albano.
¿Cómo puede ser que haciendo lo mismo que hice
por 50 años de mi vida, con las congratulaciones, los alientos de Papas, en particular del Papa Pío XII que me honraba con su
amistad, me
encuentre hoy a ser tenido casi por enemigo de la Iglesia? ¿Cómo es posible esto, cómo se puede
concebirlo? Tuve la ocasión de decirlo
al Papa en la última audiencia que tuve el 11 de setiembre. Le dije: no llego a comprender por qué motivo
imprevistamente después de haber formado seminaristas por toda mi vida como los
formo hoy, mientras antes del Concilio recibí todos los honores, excluido sólo
el cardenalato, ahora, después del Concilio, haciendo lo mismo, me encuentro
suspendido a divinis, casi considerado un cismático, casi para ser excomulgado
como un enemigo de la Iglesia. No creo
que cosa semejante sea posible ni concebible.
Hay algo cambiado en la
Iglesia, algo que fue cambiado por los hombres de Iglesia, en la historia de la
Iglesia.
Fuente : Revista Roma.
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